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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: February 1, 2015
Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de San Martín en Nashville el domingo, 1º de febrero, 2015.
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Todos tenemos problemas personalmente o en nuestras familias, y hay problemas inmensos en nuestro mundo. Problemas físicos, adicciones a muchas cosas —incluyendo ahora a juegos de casino y a pornografía, dificultades matrimoniales, problemas con los hijos, con la migra, desempleo, problemas con el patrón. Y hay aun más oscuridad en el mundo más grande — terrorismo en París, ISIS en Siria, los Rusos en Ucrania, millones de refugiados y víctimas de trata de personas.
¡Todos necesitamos un Salvador para romper las cadenas de los pecados frente los cuales nos sentimos impotentes a resistir, y darnos libertad del poder de la oscuridad y todos los dioses falsos de este mundo que prometen felicidad pero terminan por esclavizarnos!
Era lo mismo hace 2,000 años. En el evangelio de hoy, Jesús expulsa a un espíritu inmundo. Le sana al hombre poseído, le salva y le da libertad. En otros lugares sana a 10 leprosos, a una mujer con un derrame de sangre, a un niño epiléptico y a un paralítico. Abrió los ojos de un ciego, los oídos y lengua de un sordomudo, y sana a un cojo.
Otros están esclavizados a compulsiones y hábitos de pecado que han tomado posesión de ellos, casi como si fueran poseídos por un demonio.
Jesús tuvo primero fama de ser maestro y sanador, y sólo después descubrieron que era también su Salvador, algo que aprendieron gradualmente al reflexionar en el significado de sus enseñanzas y milagros ... lo que vemos en el Evangelio de hoy. Marcos escribe: Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: "¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen." Y luego añade Marcos: Muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.
¿Has experimentado tú el poder de Jesús para solucionar los problemas de tu vida? Si lo permitas, Jesús abrirá tu corazón al significado de verdades que para ti eran antes desconocidas. Y no sólo tu cerebro, sino también tu corazón ... porque que hay algunas verdades que se perciben sólo con el corazón. Verdades que el mundo rechaza, pero que son Buena Nueva para todos los que desean ser sanados, salvados y liberados.
Empezando con la dignidad del ser humano en todas las etapas de su existencia, desde la concepción hasta la muerte natural y en todos los puntos intermedios. También verdades que tienen que ver con la moralidad sexual y los derechos humanos.
En el Evangelio de hoy, Jesús le da libertad a un hombre poseído por un espíritu inmundo — en ese caso el diablo — pero hay otros espíritus inmundos también. El orgullo es un espíritu inmundo, lo mismo que la envidia, la lujuria y la avaricia. Algunos están poseídos por odios, que les hacen sentir mal todo el tiempo. Otros están esclavizados a compulsiones y hábitos de pecado que han tomado posesión de ellos, casi como si fueran poseídos por un demonio.
Jesús puede liberarnos de estos espíritus inmundos también — pero sólo en cuanto nosotros nos dediquemos a hacer todo lo necesario para quedarnos libres una vez que Jesús ha hecho su parte. Pero tristemente, hay muchos que en realidad no quieren ser libres. Alcohólicos que dicen que quieren dejar de tomar pero no van a sus juntas de AA. Pecadores habituales que dicen que quieren superar los vicios pero no evitan las próximas ocasiones de pecado. Por ejemplo, hombres que están adictos a la pornografía que no piden a un amigo que instale un filtro en su computadora y no le diga la contraseña. Dicen que quieren dejar de mirarla, pero sus acciones dicen lo contario.
¿Y qué de ti? Jesús ha venido para sanarte, salvarte y darte libertad. Como vimos en el Evangelio de hoy, Él manda hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen. En otros lugares sana a los enfermos y en todos los Evangelios nos enseña cómo abrazar nuestras cruces con amor para así hacerlas redentoras. Pero es preciso responder ... y no sólo con palabras, sino también al dedicarnos a hacer todo lo que es preciso para quedar libres una vez que Jesús ha hecho su parte.