Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: May 21, 2023
El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Convención Estatal de las Hijas Católicas de las Américas, Iglesia del Santo Redentor en El Dorado el sábado, 20 de mayo de 2023 y en la Iglesia de la Sta. Cruz en Sheridan el domingo, 21 de mayo de 2023.
Una de las cosas que los policías descubren cuando entrevistan a testigos de un crimen es que aun cuando ellos están de acuerdo con la realidad básica del evento, su memoria de los detalles específicos puede variar de manera significativa — y sobre todo meses y años después, cuando el caso llega a juicio.
De hecho, ¡la falta de discrepancias podría ser un indicador de conspiración para dar testimonio falso! El fiscal puede insistir en estas discrepancias para poder desacreditar a los testigos para ganar así el caso, pero aquellos que buscan la verdad saben que deben evaluar con calma el testimonio inconsistente, porque podría ser ¡evidencia de autenticidad!
Y esto vale también con el testimonio de la Biblia sobre los eventos básicos de nuestra salvación. Jesús permanece en juicio ante un mundo que es incrédulo y mientras Satanás intenta manipular las pequeñas discrepancias que encontramos en la Biblia, nosotros vemos que ellos son de hecho una de las pruebas de autenticidad del testimonio que contiene.
Hay confusión sobre el lugar — ¿ocurrió en Jerusalén o en Galilea? La Iglesia se inclina más a la memoria de Mateo de que fue en Galilea ya que él fue un testigo ocular y Lucas no lo era. Pero de hecho, dónde ocurrió ¡no importa mucho! Lo que importa es el significado del evento, ¡lo cual es evidente en ambos testimonios!
Y en ningún lugar es más evidente ¡que en los eventos conectados con la ascensión de Jesús al Cielo!
En los Hechos de los Apóstoles, que fue escrita por Lucas (que no fue un testigo ocular, él nos da un testimonio de segunda mano), encontramos a Jesús reunido con sus discípulos en Jerusalén. Jesús los comisiona a ser sus testigos hasta los confines de la tierra y después “fue elevado y una nube lo ocultó de su vista” en un lugar en Jerusalén.
Mientras tanto, en nuestro Evangelio, Mateo (quien fue un testigo ocular) dice que los “discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había indicado”. Jesús después los comisionó para que “hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes”. Y después añadió: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
¿Notaron la discrepancia? Escribiendo cuatro décadas más tarde, hay confusión sobre el lugar — ¿ocurrió en Jerusalén o en Galilea? La Iglesia se inclina más a la memoria de Mateo de que fue en Galilea ya que él fue un testigo ocular y Lucas no lo era. Pero de hecho, dónde ocurrió ¡no importa mucho! Lo que importa es el significado del evento, ¡lo cual es evidente en ambos testimonios!
Al hacerlo ascender: 1.) Dios vindica el ministerio de Jesús, ministerio que sus adversarios pensaron terminado en derrota.; 2.) Dios nos envía a ser testigos de la victoria de Jesús sobre el poder del pecado y de la muerte, y luego hacer discípulos de todos los pueblos; 3.) Jesús permanece con nosotros mientras continuamos su misión de construir su Reino; y 4.) nuestra misión es ahora llevar la luz de la misericordia de Dios a los pueblos que ahora viven en la oscuridad del pecado y del error, para prepararnos para el día cuando Jesús regrese finalmente.
¿Y cómo hacemos esto? ¡Tomando todo lo que tenemos — los dones de temperamento, carácter e intelecto; y todas nuestras experiencias de vida, incluyendo las lecciones que hemos aprendido a la mala, y después, iluminados y fortalecidos por los dones del Espíritu Santo que hemos recibido en la confirmación, usar cada oportunidad concebible para acercar a los demás a Cristo.
El primer paso es recordar cuán profundamente nuestras vidas han sido cambiadas por nuestras propias experiencias de la misericordia de Dios — piensa, quizás, en la Confesión más difícil que has tenido que hacer … y después cuán emocionante fue el sentirse liberado para poder comenzar de nuevo … ¡liberado de ese “peso de encima” de remordimiento amargo que había estado pesando sobre tu alma!
El segundo paso es, tal vez sin contar los detalles, dar testimonio a otros de cuán mejor es tu vida ahora — lo que el Papa Francisco llama “la alegría del Evangelio” — ahora que has sido liberado de la oscuridad del pecado y del error que te ataban antes.
Y el tercer paso es compartir tu experiencia de la presencia de Jesús desde entonces … ahora él es tu compañero constante, con quien hablas cada día y a quien buscas servirle en todo.