Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: June 24, 2024
La Solemnidad de san Pedro y san Pablo, Apóstoles se celebra el 29 de junio. No es un día santo de obligación. La tradición de honrar a estos santos el mismo día data desde la Iglesia primitiva. “Ambos apóstoles comparten el mismo día de fiesta, porque estos dos fueron uno, y aun cuando ellos sufrieron en días diferentes, ellos fueron como uno solo. Pedro se fue primero, y Pablo lo siguió. Y por eso nosotros celebramos ese día hecho santo para nosotros por la sangre de los apóstoles. Abracemos lo que ellos creyeron, sus vidas, sus trabajos, sus sufrimientos, sus enseñanzas y su confesión de fe” — San Agustín de Hipona en 395 d.c.
De acuerdo a la tradición, San Pedro sintió que no era digno de morir en la misma manera como Jesús, así que los romanos, entonces, crucificaron a Pedro boca abajo, con su cabeza apuntando hacia abajo. Las pequeñas cruces invertidas en el escudo de armas de la Diócesis de Little Rock rinden tributo a la manera en que fue martirizado.
Jesús eligió a Pedro para guiar su Iglesia. “Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo” (Mateo 16, 18-19).
A diferencia de San Pedro, San Pablo se convirtió en seguidor de Jesús sólo después de su muerte y resurrección. De hecho, él persiguió a los cristianos hasta que tuvo un encuentro con Jesús en camino a Damasco. Su conversión cambió su vida. Fue conocido como el Apóstol de los Gentiles y dedicó el resto de su vida a propagar el Evangelio de Cristo.
“En cuanto a mí, estoy a punto de sacrificar mi vida y se acerca el momento de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que me confiaron. Solo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa” (2ª Timoteo 4, 6-8). Ya que Pablo era un ciudadano romano, fue decapitado por las autoridades romanas.