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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: May 31, 2015
Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de San Patricio de North Little Rock el sábado 30 de mayo de 2015 y la Iglesia de Cristo Rey de Little Rock y la Iglesia de Santa María de Siloam Springs el domingo 31 de mayo de 2015.
Uno de los mayores desafíos de los artistas es dar a sus temas la apariencia de vida cuando usan medios que son esencialmente estáticos. Los artistas más grandiosos pueden hacer que la piedra parezca cobrar vida — el "David" de Miguel Ángel parece tener poder — pero al final la piedra permanece quieta y después de algunos minutos los visitantes del museo siguen adelante.
El David se ve igual como lo vieron los visitantes hace cientos de años. Y de vez en cuando tienen que desempolvarlo. El David real fue un ser humano. Él era dinámico, impredecible y evolucionó constantemente a lo largo de su vida. Cuando era joven era guapo, pero fue solamente cuando aprendió a amar que se convirtió hermoso. Su historia es algo desordenada y él cometió muchos errores, pero él sabía que era amado por Dios.
Hoy es el Domingo de la Santísima Trinidad, un día cuando recordamos cuán diferente es nuestro Dios a los dioses sin vida de los paganos.
Así como la esencia de la naturaleza divina de Dios es el amor, así también — de una manera más limitada — la esencia de nuestra naturaleza humana es el amor también.
1.) Los filósofos griegos entendían que Dios era básicamente estático. Él era el que “movía sin moverse” quien causaba que todas las cosas sucedieran sin ser cambiado él mismo en lo más mínimo. Para los griegos, el cambio era imperfección implícita: o tú no eras perfecto antes o no eres perfecto ahora.
Por lo tanto Dios supuestamente no era capaz de sentir emociones ya que moverse de un estado emocional a otro significaba cambio. Para ellos la oración también era inútil; si Dios no cambia, su mente ya está fija. Para ellos Dios era distante, estaba lejos — sin involucrarse en nuestras vidas. Podía ponerlo todo en movimiento, pero no más que eso. Básicamente estático. Muchas personas hoy aún piensan en Dios de esa manera.
2.) Los hebreos, por otro lado, entendían que Dios era dinámico. Incluso su nombre es un verbo: “Yo soy quien soy; Yo era quien era; Yo seré quien seré”. Su Dios estaba íntimamente involucrado en sus vidas. Él escuchaba sus oraciones y algunas veces cambiaba de parecer. Él mostraba todo tipo de emociones al tratar con ellos.
Él era impredecible y constantemente les revelaba nuevas cosas sobre sí mismo a ellos. A diferencia de los dioses griegos, el Dios de los hebreos era un Dios de poder, un Dios dinámico, un Dios que está vivo e involucrado en todo el sentido de la palabra.
3.) La revelación de Jesús de la Santísima Trinidad detalla para nosotros la fuente y la esencia de este poder, el cual es en realidad la misma naturaleza de Dios mismo. Y esta naturaleza es el amor. Y ya que el amor sólo existe en la relación — donde nos invertimos nosotros mismos en el bienestar de alguien más — entonces Dios es relacional en el mismo centro de su ser. Su naturaleza es una, así como el amor es uno, pero esta sola naturaleza divina subsiste en tres personas divinas, quienes invierten cada una toda su persona divina en las otras.
Y así como el regalo total de uno mismo en el amor matrimonial suele por su propio dinamismo extenderse hacia fuera para crear y sostener nueva vida, así también el darse a sí mismas las tres personas de la Santísima Trinidad se extiende hacia fuera para crear y sostener vida. El amor del Padre se derrama en la creación y mantenimiento del mundo.
El amor del Hijo se derrama en su sacrificio abnegado para nuestra salvación. Y el amor del Espíritu se derrama para fortalecernos y unirnos cuando enfrentamos tentaciones y desafíos que aún se nos presentan. El amor de Dios es dinámico, lleno de poder y siempre relacional — la fuente de nuestra vida, de nuestro ser, de nuestra salvación y de nuestra esperanza en la vida eterna.
Hoy ustedes y yo somos invitados a reconocer que así como Dios es relacional hasta el mismo centro de su ser, así también nosotros ya que fuimos creados por este Dios relacional. Así como la esencia de la naturaleza divina de Dios es el amor, así también — de una manera más limitada — la esencia de nuestra naturaleza humana es el amor también.
Y somos más plenamente humanos sólo cuando éste amor nos caracteriza a cada uno de nosotros para ser relacionales en todo el sentido de la palabra. Si nos invertimos nosotros mismos en los demás y ellos en nosotros, entonces este amor también creará — para gloria de nuestro Dios Trino y para la construcción de su Reino. Nuestra fe no es estática en lo más mínimo. ¡Dios está haciendo cosas poderosas en nuestro mundo y se nos da una parte en su trabajo, al igual que se nos dará finalmente una parte en su victoria!