Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: May 23, 2023
“Respira en mí, oh, Espíritu Santo, para que mis pensamientos puedan ser todos santos. Actúa en mí, oh, Espíritu Santo, para que mi trabajo, también pueda ser santo. Atrae mi corazón, oh, Espíritu Santo, para que sólo ame lo que es santo. Fortaléceme, oh, Espíritu Santo, para que defienda todo lo que es santo. Guárdame pues, oh, Espíritu Santo, para que yo siempre pueda ser santo.” – Oración al Espíritu Santo por San Agustín
Jesús prometió que el Paráclito vendría. “Les conviene que yo me vaya”, les dijo a sus apóstoles. “Porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré”. Sabiendo que estaban confundidos, Jesús dijo: “todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad” (Juan 16, 7-13). Y antes de que Jesús ascendiera al Cielo, les instruyó a sus seguidores seguir juntos y que no se alejaran de Jerusalén, “y esperaran ‘la promesa del Padre’, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo” (Hechos 1, 4-5).
Y cuando llegó el tiempo de Pentecostés, 10 días después de su Ascensión, los apóstoles estaban reunidos en el mismo lugar, donde “de pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse” (Hechos 2, 1-4).
“Llenos del Espíritu Santo, los Apóstoles comienzan a proclamar ‘las maravillas de Dios’ y Pedro declara que esta efusión del Espíritu es el signo de los tiempos mesiánicos. Los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el don del Espíritu Santo” (Catecismo de la Iglesia Católica, Núm. 1287).
La palabra “pentecostés” proviene de la palabra griega “pentecoste”, que significa 50º (quincuagésimo). El Domingo de Pentecostés se celebra 50 días después de la Pascua y con esto concluye el Tiempo de Pascua. El Pentecostés es considerado el nacimiento de la Iglesia, porque “el día de Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la Iglesia se manifiesta al mundo” (Núm. 1076).
“El don del Espíritu inaugura un tiempo nuevo … durante el cual Cristo manifiesta, hace presente y comunica su obra de salvación mediante la Liturgia de su Iglesia, ‘hasta que él venga’. Durante este tiempo de la Iglesia, Cristo vive y actúa en su Iglesia y con ella”.
A través del sacramento de la confirmación, somos “sellados con el don del Espíritu Santo” y podemos experimentar cómo el Pentecostés no es solamente una fiesta que celebramos, sino una relación especial y única que siempre está presente tanto en el cuerpo de la Iglesia y en cada uno de sus miembros individualmente.
“El Espíritu Santo promueve la vida interior de los bautizados en Cristo. Conduce las almas hacia la madurez interior, y desde lo íntimo del hombre renueva la faz de la tierra. Para la maduración del hombre interior es imprescindible la vida de oración, que se halla en estrecha dependencia con los dones del Espíritu Santo, que sensibilizan al alma para captar la presencia amorosa de Dios y entablar una verdadera relación de amistad”. Aprenda más, incluyendo sobre lo que han dicho los santos acerca del Espíritu Santo, leyendo “El Espíritu Santo en los escritos de los Santos”.