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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: June 20, 2022
El siguiente informe, “Síntesis de la Diócesis de Little Rock sobre el Sínodo sobre la Sinodalidad”, se envió a la Conferencia de Obispos Católicos de los EE. UU., 16 de mayo, 2022, para ser incluido en el informe final en preparación para el Sínodo sobre la Sinodalidad en 2023. A través de sesiones de escucha a nivel diocesano y parroquial, a los feligreses y a otras personas relacionadas o anteriormente relacionadas con la Iglesia se les pidió compartir su opinión sobre la Iglesia. La meta de las sesiones fue escuchar realmente las inquietudes que los fieles creen que está enfrentando la Iglesia y los desafíos que están viviendo en su familia, comunidad y parroquia.
En respuesta al llamado del Papa Francisco para el Sínodo sobre la Sinodalidad, el Obispo Anthony B. Taylor inicialmente consultó con el Consejo Presbiteral de la Diócesis de Little Rock en octubre 2021. Se explicó una reseña del proceso propuesto, y se les pidió a los miembros del consejo que leyeran los documentos sinodales que describen el proceso. Se le informó al pueblo de Dios de la diócesis acerca del proceso sinodal que inició cuando el Obispo Taylor celebró la apertura del Sínodo con una Misa pública que se llevó a cabo en la Catedral de San Andrés el 17 de octubre, 2021.
En noviembre 2021, el Consejo Presbiteral se reunió para seguir hablando sobre el sínodo y para discernir en oración sus recomendaciones sobre quién dirigiría el proceso en la diócesis. Después de consultar con el Obispo Taylor, se recomendó pedirles a las directoras del Ministerio Hispano y del Ministerio Juvenil y Universitario guiar el proceso a nombre de la diócesis. Estas recomendaciones se hicieron basándose en el acceso al público al que se desea “escuchar”. A lo largo de noviembre y diciembre, el equipo sinodal diocesano, conformado por todos los directores de los ministerios diocesanos, se reunieron para revisar el proceso, los resultados deseados y para hablar sobre el plan más eficiente y efectivo para implementar el proceso sinodal en la diócesis. Debido a la naturaleza rural de la diócesis, el enfoque fue multifacético para poder llegar a la mayor cantidad de personas posible. El plan implementado incluyó varios niveles de diálogo:
Se llevaron a cabo sesiones informativas con todos los sacerdotes durante la educación continua del otoño 2021 al igual que con el Consejo Presbiteral y el Consejo Pastoral Diocesano.
La diócesis envió un paquete de recursos sinodales a cada parroquia para apoyar el proceso. Los paquetes estuvieron disponibles en español, vietnamita e inglés. Se llevaron a cabo sesiones de capacitación para familiarizar e instruir a los equipos sinodales parroquiales sobre el objetivo del sínodo al igual que cómo facilitar las sesiones de escucha y organizar el proceso a nivel parroquial.
El personal diocesano estuvo disponible a lo largo del proceso para responder preguntas. Una vez que se completaron estas sesiones de capacitación, el proceso sinodal comenzó a nivel parroquial. Se le pidió a cada párroco programar tantas sesiones en grupos pequeños como fuesen posibles para ofrecer varias oportunidades para incluir a los feligreses. Fomentamos que nadie se quedara sin ser escuchado.
A medida que concluyeron las sesiones parroquiales, se le pidió a cada equipo sinodal parroquial que revisara en oración las sesiones para identificar y articular las similitudes principales. Estábamos interesados especialmente en cualquier “momento ajá”. Estos fueron definidos como puntos de referencia, momentos cruciales y dimensiones espirituales del caminar juntos.
Cuarenta y tres por ciento de parroquias diocesanas participaron en el proceso. Más de 200 respuestas individuales fueron recibidas por correo electrónico al igual que más de 30 cartas de personas. Cada respuesta fue leída por el equipo diocesano y se anotaron las observaciones sobre la similitud de temas “controversiales”. El proceso permaneció abierto hasta el Domingo de Pascua.
El Equipo Sinodal Diocesano, conforme con el espíritu de las metas sinodales, restructuró las preguntas proporcionadas inicialmente por el Vaticano. Se observó que algunas de las terminologías no eran comunes para los católicos en las bancas. Así pues, con la libertad de adaptar las preguntas según las necesidades y deseos de las parroquias y párrocos, nuestras sesiones fueron estructuradas en torno a estas preguntas:
Se les pidió a las parroquias enfatizar la comunión, la bendición de la unidad en medio de la diversidad, la participación, el incluir a todos en el proceso de la escucha profunda y respetuosa de los demás y la misión, una vez que hayamos compartido un sentido de dirección mutuamente, que el Espíritu Santo nos guíe a compartir el amor de Dios con toda la familia humana de católicos practicantes, con aquellos que ya no practican la fe y con aquellos que se sienten excluidos. También se alentó a las personas a que se comunicaran con aquellos individuos y familiares que sabían que ya no eran católicos practicantes.
Los católicos de Arkansas están orgullosos de su herencia religiosa y agradecen la vida sacramental de la Iglesia. Hubo un reconocimiento rotundo de esto en toda la diócesis. Ellos aman la Iglesia, pero aun así reconocen y desean que Ella continúe desarrollándose y creciendo como una institución que promueve el amor y la justicia de Jesús para todas las personas.
Leyendo en oración las respuestas individuales y parroquiales del proceso sinodal, se observaron las amenazas más comunes. Independientemente del tamaño de la parroquia, de la comunidad en la cual se originaron los informes o de la conformación cultural de la congregación, resonaron 11 temas principales.
Hubo, por supuesto, otros temas que este informe cubrirá de manera menos detallada después. Por ahora, estos 11 temas necesitan ser expuestos.
Los feligreses desean un mayor sentido de comunidad y compañerismo dentro de su parroquia. Las personas reconocen que la Iglesia existe para la vida sacramental; sin embargo, existe una fuerte necesidad humana de sentirse incluido como persona al igual que el deseo de estar más estrechamente vinculados con los miembros de la parroquia.
La mayoría reportó que su parroquia no cuenta con celebraciones comunitarias o eventos sociales. Existe una necesidad de tener oportunidades para conocer a otros feligreses a un nivel más profundo y personal con los efectos positivos de sentirse apoyado, acogido e incluido. Una persona, entre más incluida se sienta, más participará. Parece haber una correlación entre las parroquias que ofrecen este tipo de actividades y cómo estas parroquias se perciben como más acogedoras en general.
Se compartieron relatos por aquellos que sintieron que la Iglesia no se preocupó en lo más mínimo por ellos como personas. Las experiencias personales se relacionaron con momentos de una enfermedad devastadora por meses y nunca haber recibido una llamada o visita de la parroquia para preguntar cómo se encontraban estas personas. Se citaron otras instancias cuando miembros de la familia simplemente dejaron de asistir a la Misa y nadie de la parroquia intentó comunicarse con ellos para preguntar por qué o qué se podría hacer para que regresaran a la parroquia. Estas son señales de alerta de que la parroquia no es una comunidad.
Tanto la comunidad anglosajona como la hispana/latina dentro de la misma parroquia desean más comunidad entre sí. Reconocen la barrera del idioma, pero desean compartir sus culturas y tradiciones mutuamente. Cada comunidad cuenta con una rica herencia en belleza cultural y energía, por lo que desean tener una mejor unión entre sí.
Finalmente, existe una impresión en general de que las parroquias no acogen a aquellos que se encuentran al margen de la comunidad. Los miembros de la parroquia que están separados, divorciados, tratando con temas de género y embarazos fuera del matrimonio son algunos de aquellos que no se sienten acogidos en la Iglesia.
Existe una preocupación con respecto a la salida de los jóvenes adultos que se alejan de la Iglesia. Los participantes reconocen la necesidad de ofrecer oportunidades para la formación en la fe para jóvenes y jóvenes adultos. Esto incluye no solamente la catequesis formal sino también ocasiones para compartir su fe con los demás. Las parroquias en la diócesis varían en cuanto a los recursos y tipos de ministerios que están disponibles para los grupos de estas edades. Las personas que respondieron indicaron su deseo de tener continuidad en los programas ofrecidos y los recursos utilizados. Ellos preferirían más liderazgo y dirección diocesanos en estas áreas.
Además, la mayor parte de este ministerio se realiza por medio de voluntarios con poca o ninguna capacitación. A menudo, los párrocos buscan a cualquier persona que esté dispuesta a llenar la vacante. Con los jóvenes, los voluntarios muchas veces son los padres de familia que dejan de ayudar como voluntarios cuando sus hijos dejan el ministerio. Esto crea un ciclo donde siempre hay que comenzar de nuevo, especialmente si no se ha llevado a cabo una orientación de nuevos voluntarios. Hubo una gran voz sobre la necesidad de destinar más fondos a este ministerio y contratar a profesionales capacitados en el ministerio para los grupos de estas edades.
En cuanto a los jóvenes adultos, estos grupos son autodirigidos por miembros del mismo grupo. A menudo, el liderazgo se agota sin un plan de sucesión. Por lo que, las cifras disminuyen hasta que el ministerio ya no existe. Se desea un ministerio más intencional para los jóvenes adultos.
Se observó que ofrecer formación en la fe de alta calidad y profesional detendría la salida de los grupos de estas edades que se alejan de la Iglesia. Además, se desea mucho una formación en la fe que ofrezca “una experiencia” de Dios, i.e., retiros y días de reflexión. Estas experiencias conducen a una fe más profunda. Proveen una conexión entre la mente, conociendo la información y el corazón, comprendiendo y sintiendo el amor de Dios.
Muchos de los fieles expresaron frustración sobre la falta de experiencia en retiros diocesanos para jóvenes adultos y adultos, especialmente en la comunidad de habla inglesa. El Cursillo se mantuvo activo por muchos años, pero ya no está siendo apoyado por la diócesis. Aunque la comunidad de habla hispana cuenta con retiros para jóvenes adultos, la necesidad de formación profesional en la fe continúa siendo un desafío, al igual que voluntarios para guiar este ministerio a nivel parroquial. La comunidad de habla inglesa no cuenta con retiros.
Los participantes en el proceso sinodal imploraron a la Iglesia “enseñar la fe” en las homilías en las liturgias dominicales. Ellos describieron conocer la fe que les enseñaron sus padres en casa cuando eran niños, en las escuelas católicas al igual que en las clases de educación religiosa de la parroquia. Sin embargo, a través de los años, ellos se han olvidado de ciertos aspectos de la enseñanza. Esto, combinado a menudo con opiniones contradictorias dentro de la Iglesia por parte de los ordenados, han conducido a la confusión sobre las verdaderas enseñanzas.
Además, en una época donde lo social y políticamente correcto está manipulando la verdad enseñada por la Iglesia, los católicos no están seguros de qué creer. Su deseo es que los párrocos hablen sin inhibiciones sobre estos dilemas sociales y políticos.
Es evidente que algunos católicos malinterpretan la enseñanza católica en cuanto a temas que tratan desde el divorcio hasta la postura de la Iglesia sobre la sexualidad. Todos estos temas y más podrían ser abordados más regularmente en las homilías.
Otro tema del proceso sinodal fue la necesidad de grupos de apoyo católicos. Se compartieron anécdotas sobre esta necesidad. Se mencionaron frecuentemente los problemas que surgen desde el duelo, la enfermedad/dolencias, el divorcio, la crianza de los hijos, las luchas LGBTQ tanto para el individuo como para los miembros de la familia, la salud mental y la pérdida de la memoria. Actualmente, no hay consistencia en el apoyo que ofrece la parroquia en estas áreas.
Se relataron tantas historias desgarradoras sobre las luchas que enfrentan los feligreses y el sentimiento de abandono total por parte de sus parroquias durante estos momentos. Atravesar por sufrimiento mental, espiritual y físico sin la preocupación de la Iglesia es devastador y algunas veces ha conducido a que estas personas se alejen de la Iglesia.
Existe un gran deseo de supervisión diocesana de los programas y recursos católicos disponibles para ofrecer a las parroquias. ¿Podrían las oficinas diocesanas investigar qué está disponible, traerlo a Arkansas y capacitar y organizar grupos de apoyo a nivel decanato para ayudar a aquellos que atraviesan por momentos de crisis? La Iglesia enseña la fe, enseña la Verdad, pero ¿ayudamos a las personas a caminar en la Verdad en circunstancias difíciles?
Los participantes elogiaron a nuestros sacerdotes diocesanos y agradecieron por el acceso a los sacramentos. Sin embargo, los feligreses desean una mayor presencia del sacerdote en sus propias vidas y en la vida de la parroquia. Ellos reconocen que el sacerdote a menudo está cubriendo diferentes parroquias en una zona geográfica, causando que abarque mucho. Pero ellos lamentan la oportunidad perdida de conocer a su párroco de manera más personal.
Se compartieron relatos sobre sacerdotes que no están desempeñando sus deberes adecuadamente o que no respondieron a las necesidades de la parroquia. No existe un proceso al cual recurran los feligreses cuando su sacerdote se ha convertido problemático. Los participantes desean ser escuchados cuando surgen problemas con su párroco. Esto los conduce a creer que no hay rendición de cuentas o transparencia cuando ocurren problemas. Sucesivamente, esto causa que los católicos desconfíen de la Iglesia y del clero. La gente desea un proceso diocesano en estos casos.
Los grupos sinodales comentaron sobre la falta de comunicación entre sus sacerdotes y los feligreses. A menudo, en lugar de explicar el porqué se toman ciertas decisiones, se siente como si a ellos no se les permite cuestionar nada. Las decisiones sin explicaciones parecen unilaterales y tomadas sin la opinión de la congregación.
Los católicos expresaron este mismo sentimiento con la Iglesia Universal. La jerarquía a menudo no explica el porqué se toman ciertas decisiones. La gente desea más transparencia. En general, hubo un cinismo expresado incluso sobre este proceso sinodal. Varios participantes no esperan que nada cambien en la Iglesia como resultado del Sínodo sobre la Sinodalidad debido a la rigidez de la jerarquía de la Iglesia.
Hubo comentarios frecuentes en cuanto a las regulaciones y mandatos sobre COVID. La gente sintió que la Iglesia Católica se doblegó ante la presión política, especialmente en los últimos dos años.
Se expresó decepción por el cierre de las parroquias diocesanas al principio de la pandemia COVID-19. Los católicos no pudieron participar en los sacramentos en un momento crucial cuando necesitaban confiar en la fe para mantener su espiritualidad y esperanza vivas. Las parroquias no se han recuperado de este cierre; muchos feligreses católicos aún faltan en las bancas.
La postura de la Iglesia en cuanto a los mandatos de la vacuna también fue una decepción para los participantes del sínodo. Sintieron que la Iglesia trato de avergonzarlos por tomar una decisión personal sobre la vacuna. También se decepcionaron con el mandato de cubrebocas de las escuelas católicas.
Comentarios adicionales incluyeron la postura de la Iglesia en cuanto a la inmigración indocumentada en la frontera sur de los Estados Unidos. Existe frustración de que la Iglesia no acata las leyes de inmigración de los Estados Unidos. Todos reconocen los derechos de las personas de emigrar, pero solamente de manera legal. Las fronteras necesitan ser protegidas.
Muchos comentaron sobre la percepción de que las leyes de la Iglesia hechas por el hombre son rígidas y han causado que católicos se alejen de la Iglesia. Estos comentarios se enfocaron principalmente en el divorcio, segundas nupcias y el proceso de anulación.
Se relataron tantas historias de personas que, por su bienestar personal y/o el bienestar de sus hijos sintieron que el divorcio era la única opción. Estas fueron situaciones en las cuales la consejería y las terapias habían sido parte del matrimonio sin dar resultado. Se había buscado el proceso de anulación con resultados negativos, algunas veces debido a la rigidez del proceso y sus reglas.
Los participantes no podían comprender por qué su anulación había sido denegada, o por qué no se podría dar consideración especial basado en sus circunstancias particulares.
Una anulación denegada deja a un individuo en una postura difícil. Si él/ella decide contraer segundas nupcias, esa persona no puede recibir los sacramentos. La única opción viable es permanecer soltero, algunas veces por décadas. Los participantes del sínodo también vieron esto como un motivo del porqué la gente se aleja de la Iglesia.
Los participantes en el proceso sinodal también relataron que la Iglesia puede ser tan rígida que es sentenciosa, no amorosa. Si el estado de vida de una persona no está “en armonía” con la Iglesia, esa persona se siente exiliada y no acogida. Se mencionaron ejemplos de esto — divorcio, cuestiones de género y educación pública a diferencia de una educación parroquial, si estuviese disponible.
La Iglesia puede sentirse burocrática, sentenciosa, hiriente y exclusiva, especialmente cuando los líderes de la Iglesia confían solamente en la enseñanza de la Iglesia sin compasión, diálogo, y comprensión. La Iglesia necesita mostrar el debido respeto y protocolo al tratar con estos miembros y comunicarse con el amor que proviene de Cristo.
Muchos en la Iglesia son impactados por cuestiones de género dentro de sus familias, amistades y/o personalmente. La Iglesia ofrece poco o nada de ayuda para tratar con estas cuestiones. No existe un mecanismo para la consejería ni un grupo de apoyo con quien compartir estas experiencias. El lenguaje utilizado por el Catecismo es desalentador. Leer que estos deseos son “desordenados” causa que una persona que está experimentado estos sentimientos/atracciones al igual que sus miembros de la familia crean que la Iglesia enseña que son una persona no grata. Este no es el lenguaje del amor.
Las personas en parroquias rurales agradecen su acceso a los sacramentos y que las puertas de su parroquia no han sido cerradas. Sin embargo, sienten que la diócesis los ha abandonado. Estas parroquias han contado con sacerdotes extranjeros como párrocos en los últimos 20 años o más. Estas parroquias pidieron que la diócesis considerara una rotación que permita que las parroquias rurales cuenten con un sacerdote diocesano asignado periódicamente.
Estas parroquias suelen tener una población de personas mayores y a menudo el acento del sacerdote extranjero hace que las homilías sean difíciles de comprender. También, estos sacerdotes no conocen bien la cultura y, a menudo, son extremadamente condescendientes en la toma de decisiones y en cómo administran las operaciones cotidianas de la parroquia.
En estas parroquias, los miembros jóvenes se están alejando porque la liturgia no es dinámica y se ofrecen pocos recursos fuera de la Misa para reforzar la vida comunitaria y/o espiritualidad personal. Como no hay otra opción, ellos migran a iglesias protestantes en su área.
También expresaron que los sacerdotes extranjeros a menudo son renuentes a comprometerse activamente en la vida de la comunidad debido a cuestiones culturales y de idioma. Los feligreses desean que sus párrocos estén involucrados, que asistan a eventos comunitarios y que estén disponibles para ellos.
A los católicos les preocupa que no se reconozca adecuadamente el rol de las mujeres. Los grupos sinodales reportaron un deseo de que a las mujeres se les permita aspirar al Diaconado.
Además, existe una inquietud de que las mujeres jóvenes no cuentan con modelos a seguir en la Iglesia. Con la falta de vocaciones a la vida religiosa, la mayoría de las parroquias no cuentan con modelos femeninos a seguir en el liderazgo.
Se llevaron a cabo tres sesiones de escucha por separado con religiosas de varias congregaciones.
A ellas les preocupa que los sacerdotes no reciben formación de cómo trabajar eficazmente con religiosas en sus parroquias. A menudo, cuando a una religiosa se le pide trabajar en una parroquia, no existe un plan pastoral disponible para ellas. Parece que es un proceso lento aceptar a las mujeres en roles de liderazgo en la Iglesia. El liderazgo en la Iglesia necesita aprovechar la experiencia de las mujeres religiosas que trabajan especialmente en las parroquias.
Finalmente, existe la necesidad de más apoyo diocesano para las vocaciones religiosas y el trabajo de las mujeres.
Existe una percepción de que hay más apoyo para las vocaciones sacerdotales que para las vocaciones religiosas femeninas.
El objetivo de presentar este informe es resaltar los temas que expresó con más frecuencia el pueblo de Dios. Sin embargo, el informe estaría incompleto si no se mencionaran otras opiniones expresadas por muchos católicos en la diócesis.
Existe un fuerte reclamo por parte de fieles católicos que desean más oportunidades del culto en la Misa Tridentina. Muchos de estos expresaron su consternación sobre la instrucción del Vaticano de limitar comunidades Tridentinas. Existe confusión sobre esta decisión y un deseo de una explicación del porqué se tomó esta decisión.
Muchos católicos expresaron frustración sobre la escasez de sacerdotes y desean que la Iglesia considere permitir sacerdotes casados. La diócesis cuenta con un historial de permitir que hombres casados que se han convertido de otra religión se conviertan en sacerdotes. Junto con esto, los católicos sugirieron permitir que mujeres religiosas ejecuten ciertos ritos religiosos cuando los sacerdotes o diáconos ordenados no estén disponibles, tales como exponer y reposar el Santísimo Sacramento para la adoración u ofrecer reflexiones en servicios de Palabra y Comunión, especialmente en parroquias donde los ordenados no hablan el idioma del pueblo.
Aún existe desconfianza debido al clericalismo. Los católicos culpan a los hombres que protegen a sus hermanos sacerdotes del escándalo de abuso sexual. Ellos no confían en que el liderazgo actual haya hecho lo suficiente para erradicar el clericalismo en todos los niveles. Ellos desean más transparencia en la Iglesia y mejor comunicación. Una cierta cantidad de católicos expresó cinismo hacia el proceso sinodal mismo, especialmente si al liderazgo de la Iglesia no “le gusta lo que escucha”.
Los católicos afroamericanos también expresaron preocupación. Muchos de ellos han crecido como ciudadanos de segunda clase dentro de la Iglesia. Existe poco o ningún alcance a sus parroquias, y ellos se sienten ignorados. Los católicos afroamericanos desean un mejor compromiso por parte del obispo con sus comunidades parroquiales.
El proceso sinodal ha sido algo saludable para la vida de la Iglesia en nuestra diócesis. En muchos casos, el pueblo de Dios dio testimonio de su amor a la fe, a la parroquia y a sus sacerdotes. Ellos expresaron su amor por la vida sacramental de la Iglesia.
Sin embargo, en ciertas instancias, el proceso reabrió las heridas de la gente. Así que, los verdaderos frutos del Espíritu sólo se manifestarán en una respuesta adecuada por parte de las parroquias locales, la diócesis y la Iglesia Universal.
Cada párroco leyó su(s) informe(s) sinodal(es) parroquial(es). Los sacerdotes han indicado al Comité Sinodal Diocesano que ellos tienen planes de utilizar los temas comunes que surgieron para visualizar un plan pastoral para sus parroquias. Ellos reconocen que la parroquia es una entidad viva que afecta la vida de los congregantes y para que la parroquia prospere, en algunos casos, es necesario un cambio positivo.
El obispo también revisará los temas principales del proceso sinodal para determinar cómo la diócesis puede atender mejor al pueblo de Dios. Y bien, con la aprobación del obispo y del personal, hablaremos sobre las maneras en que la planificación pastoral puede ajustarse para atender mejor al pueblo de Dios en Arkansas. Como Iglesia, todos oramos por el discernimiento del Santo Papa Francisco a medida que estudia los resultados del sínodo.
Respetuosamente presentado por el Equipo Sinodal Diocesano el 16 de mayo, 2022.