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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: December 25, 2018
Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa de Medianoche en la parroquia de Catedral de San Andrés en Little Rock el martes, 25 de diciembre de 2018.
En la Misa de Medianoche hace 12 años, el Papa Benedicto XVI emitió una gran homilía que quisiera citar detalladamente porque va directamente al corazón de la Navidad. Su reflexión está centrada en el hecho de que la señal de salvación de Dios es un bebé:
"Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tienen una señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." (Lc. 2,11-12)
El Papa Benedicto escribe: “Nada prodigioso, nada extraordinario, nada espectacular se les da como señal a los pastores. Verán solamente un niño envuelto en pañales que, como todos los niños, necesita los cuidados maternos; un niño que ha nacido en un establo y que no está acostado en una cuna, sino en un pesebre. La señal de Dios es el niño, su necesidad de ayuda y su pobreza."
La señal de Dios es el bebé que necesita ayuda y se encuentra en la pobreza. Dios mismo se hizo pequeño en parte para inspirarnos a abrir nuestros corazones para acogerlo también en aquellos que — así como el bebé nacido hace 2,000 años — son pobres e indefensos en nuestro mundo hoy.
"Sólo con el corazón los pastores podrán ver que en este niño se ha realizado la promesa del profeta Isaías que hemos escuchado en la primera lectura: ‘un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Lleva al hombro el principado.’ (Is 9,5) Tampoco a nosotros se nos ha dado una señal diferente. El ángel de Dios, a través del mensaje del Evangelio, nos invita también a encaminarnos con el corazón para ver al niño acostado en el pesebre."
Él continúa: “La señal de Dios es la sencillez. La señal de Dios es el niño. La señal de Dios es que Él se hace pequeño por nosotros. Éste es su modo de reinar. Él no viene con poderío y grandiosidad externas. Viene como niño inerme y necesitado de nuestra ayuda. No quiere abrumarnos con la fuerza. Nos evita el temor ante su grandeza."
"Pide nuestro amor: por eso se hace niño. No quiere de nosotros más que nuestro amor, a través del cual aprendemos espontáneamente a entrar en sus sentimientos, en su pensamiento y en su voluntad: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad de la renuncia que es parte esencial del amor. Dios se ha hecho pequeño para que nosotros pudiéramos comprenderlo, acogerlo, amarlo."
Cuando el papa dice que “tampoco a nosotros se nos ha dado una señal diferente,” él nos invita a que aprovechemos nuestras propias experiencias de los bebés porque su vulnerabilidad nos puede enseñar acerca de la voluntad de Dios para nosotros.
Ustedes que son padres de familia seguramente recuerdan cuánto los cambió el nacimiento de su primer hijo. El recién nacido cautivó su corazón y comenzó a reinar en su hogar, completamente reajustando su horario y sus prioridades, su sentido de lo que es importante …y pues también, incluso a un mayor grado, el niño Jesús debería cautivar nuestros corazones y reinar en nosotros, reajustando nuestras prioridades hasta el punto de que hacer que su voluntad se convierta en el factor determinante de todo lo que hacemos.
Piensen en aquellos primeros meses con su nuevo bebé. ¿Acaso no es cierto que Dios usó a su bebé para aumentar enormemente su capacidad de amar — aunque privados de sueño — incondicionalmente?
Bueno, así también la humildad de Dios que llega a nosotros en un bebé indefenso debería cautivar nuestros corazones para transformarnos, para aumentar nuestra capacidad de amar abnegadamente, y por lo tanto motivarnos a hacer todo lo que está en nuestras manos para proteger y proveer para aquellos indefensos y necesitados en nuestro mundo de hoy … cada uno es un reflejo viviente del bebé pobre e indefenso nacido en Belén hace 2018 años.
La señal de salvación de Dios es un bebé, pero para que esa salvación se haga realidad, tenemos que responder como María y José, que atesoraron a su hijo desde el primer momento de concepción e hicieron todo lo que estaba en sus manos para proteger y proveer para él.
Cuando vemos el rostro del bebé, vemos una ley suprema que invalida todas las leyes humanas por el contrario, ya sean las leyes que permiten el homicidio en el caso del aborto o las leyes que impiden ejercer los derechos humanos, incluyendo el derecho dado por Dios de inmigrar cuando es necesario para proteger y proveer para la familia de uno — como cuando María y José huyeron a Egipto, emigrando sin la autorización del gobierno para dejar el país.
La señal de Dios es el bebé que necesita ayuda y se encuentra en la pobreza. Dios mismo se hizo pequeño en parte para inspirarnos a abrir nuestros corazones para acogerlo también en aquellos que — así como el bebé nacido hace 2,000 años — son pobres e indefensos en nuestro mundo hoy.