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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: August 9, 2014
La siguiente homilía fue predicada a una Misa con seminaristas y padres de familia en la parroquia de Catedral de San Andrés de Little Rock el sábado 9 de agosto de 2014.
Una de las cosas que he aprendido como sacerdote y ahora como obispo es el hecho de que, ya que vivimos en un mundo dominado por el mal, muchas veces las buenas obras que realizamos tienen consecuencias negativas sin querer—y yo tengo que considerar esto antes de actuar. Por ejemplo, hoy celebramos la festividad de Edith Stein, conocida en la vida religiosa como Sta. Teresa Benedicta de la Cruz. Ella era una judía alemana que se convirtió al catolicismo, se hizo monja carmelita en la década de 1930 y después fue trasladada al convento en Holanda donde los Nazis aún no arrestaban a los judíos cristianos.
Pero en 1942 cuando los obispos holandeses hablaron públicamente en contra de la persecución Nazi de los Judíos, los Nazis tomaron represalias en contra de su oposición arrestando a todos los judíos católicos, a quienes enviaron a las cámaras de gas. De forma abstracta, los obispos tenían razón al condenar a los Nazis, pero tristemente, ellos no fueron los que tuvieron que pagar el precio…¡las consecuencias negativas cayeron sobre las mismas personas a las que ellos estaban tratando de ayudar! En contraste, el Papa Pio XII fue mucho más discreto y pudo salvar muchas más vidas de las que hubiera sido posible salvar de otra manera, pero hoy en día muchos--con una supuesta comprensión retrospectiva--lo juzgan con dureza porque no habló tan públicamente como lo hicieron los obispos holandeses. ¿Cuál fue la mejor estrategia? Cuando se enfrentaron al mal demoniaco, ambos recurrieron a su fe e hicieron lo que creyeron que requería la situación.
En el Evangelio de hoy Jesús se vale de la fe para confrontar el mal demoniaco, en este caso un niño poseído por un demonio. Así como los obispos holandeses reprendieron a los Nazis, Jesús reprende a los demonios… pero lo que pasó después difiere de lo que pasó en Holanda en dos sentidos:
Cada uno de ustedes ha recibido el don de la fe y Jesús te envía a vivir esa fe en un mundo dominado por el mal
Tú y yo estamos llamados a tener este tipo de fe, aunque sabemos que en este mundo nuestras buenas obras bien pueden resultar en consecuencias negativas. ¡Pero ese es el misterio de la Cruz!
Piensa en el Padre Rother quien fue tan discreto como el Papa Pio XII cuando se trataba de no decir nada públicamente que pudiera exponer a su pueblo a las represalias genocidas del ejército guatemalteco. Piensa en el Arzobispo Romero quien habló tan abiertamente como los obispos holandeses y pagó por ello con su vida como lo hizo Jesús. ¿Cuál fue la mejor estrategia? Cuando se enfrentaron al mal demoniaco, ambos recurrieron a su fe e hicieron lo que creyeron que requería la situación.
Ambas de sus causas de canonización siguen en marcha--de hecho, el "positio" para la beatificación del Padre Rother, quien ya fue proclamado Siervo de Dios, será presentado en Roma el día 3 de septiembre de este año. Lo mismo es cierto para aquellos discípulos que aún no tenían la fe suficiente para confrontar con éxito el mal demoniaco, pero una vez que fueron fortalecidos por el Espíritu Santo en Pentecostés, su fe creció por lo menos al tamaño del grano de mostaza en el Evangelio de hoy porque ¡cuando salieron a proclamar las Buenas Nuevas se propusieron a mover montañas! Y nosotros estamos llamados a hacer lo mismo… ¡y este mensaje no es sólo para nuestros seminaristas!
Cada uno de ustedes ha recibido el don de la fe y Jesús te envía a vivir esa fe en un mundo dominado por el mal, lo que significa que las buenas obras que ustedes hagas bien pudiesen tener consecuencias negativas, ¡porque satanás toma represalias cuando sus intereses se ven amenazados! Asegúrate de actuar sabiamente para que las consecuencias caigan sobre ti y no en aquellos a quienes estás tratando de ayudar… ¡y luego sal, recurriendo a tu fe, a mover montañas!