Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: September 8, 2024
El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa de Reafirmación Diaconal en el Convento de los Santos Ángeles en Jonesboro el sábado, 7 de septiembre de 2024 y en la Parroquia Universitaria San John Newman en Jonesboro el domingo, 8 de septiembre de 2024.
Cerrado a menudo se siente más seguro que abierto, pero abierto es usualmente donde está la vida. Una tienda cerrada es menos propensa a ser robada porque no hay dinero en la caja registradora, pero a menos de que abras la tienda para los clientes, el negocio morirá. Tú puedes evitar chocar tu coche dejándolo en la cochera, pero a menos de que te arriesgues llevándolo a la carretera no irás a ningún lado.
El propósito de una tienda es hacer ventas, y no generará ingresos a menos de que esté abierta para el negocio. El propósito de un coche es proporcionar transportación, y logrará ese propósito solamente cuando esté en la calle. Mantenerlo bajo llave puede sentirse más seguro, pero irónicamente rehusarse a tomar riesgos en realidad produce un fracaso con mucha más certeza que la mayoría de las cosas a las que tememos.
Las tiendas abiertas pueden ser robadas, pero las tiendas cerradas siempre se irán en bancarrota. Un coche en la carretera puede tener un accidente, pero un carro en la cochera nunca te llevará a donde necesitas ir.
Abre tu corazón al Señor y abre tu corazón a las personas necesitadas. A aquellos que están sufriendo de alguna manera. Hoy, esto incluye a las personas que están huyendo de las guerras y otros desastres en sus países de origen, refugiados y otras personas en circunstancias apremiantes, para quienes necesitamos abrir nuestros corazones más amplia y generosamente.
En el Evangelio de hoy la gente lleva frente a Jesús a un sordomudo, un hombre quien debido a una incapacidad física tenía oídos cerrados para escuchar y una boca cerrada para hablar. Jesús se apiadó del hombre, tocó sus oídos y su lengua, y dijo: "¡Effetá! ¡Ábrete!" Y los oídos del hombre se abrieron y su lengua se soltó. Él ahora podía usar estos órganos para comunicarse, lo que era imposible cuando estaban cerrados.
Durante el bautismo de niños hay una parte del rito llamado el “Effetá”, donde toco los oídos y la boca del bebé, diciendo: “El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su palabra, y profesar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre”. El Señor toca nuestros oídos con su palabra cada vez que se leen las Escrituras y nuestras bocas proclaman la fe cada vez que recitamos el credo.
Recibir su palabra es más que solamente escuchar su palabra porque ahora que hemos escuchado, él espera una respuesta. El propósito de la fe es empoderarnos para amar y servir a Dios en esta vida para ser felices con él para siempre en la próxima. Pero lograremos ese propósito solamente cuando nos arrisquemos las mangas y nos entreguemos completamente a su servicio.
Puede sentirse más seguro el retenernos y no responder, porque responder requerirá algunos cambios de nuestra parte—y a nadie le gusta realmente el cambio. Nos sentimos más seguros encerrados con lo que es familiar para nosotros, incluso si no nos está llevando a donde necesitamos ir. ¿Por qué no hacer simplemente lo mínimo?
Bueno, por un lado, “Con la misma medida conque midan, serán medidos”. Haz sólo lo mínimo y podrás esperar sólo lo mínimo de Dios a cambio. Además, ¿qué nos hace pensar que sabemos qué es lo mínimo de cualquier manera? ¡Eso sí que es tomar un riesgo! ¡Jesús se entregó completamente a nosotros y la única respuesta apropiada es que nosotros nos entreguemos completamente a él a cambio!
Una máxima respuesta de nuestra parte a su entrega máxima a nosotros. Cualquier cosa menos que una respuesta completa a aquel que entregó completamente su vida por nosotros es algo así como un insulto, ¿no lo creen? ¡Verdaderamente odiaría tener que defender la mediocridad ante el juicio de Dios! Los pecados de omisión, las cosas que no hacemos — Dios sabe lo que te ha dado y de eso espera algo a cambio.
Como dijo Jesús en el Evangelio de hoy: "¡Effetá! ¡Ábrete!" Abre no solamente tus oídos, sino también lo más importante, tu corazón. Abre tu corazón al Señor y abre tu corazón a las personas necesitadas. A aquellos que están sufriendo de alguna manera.
Hoy, esto incluye a las personas que están huyendo de las guerras y otros desastres en sus países de origen, refugiados y otras personas en circunstancias apremiantes, para quienes necesitamos abrir nuestros corazones más amplia y generosamente.
"¡Effetá!” Abierto es donde está la vida.