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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: December 29, 2024
El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Misa de apertura del Jubileo 2025 en la Diócesis de Little Rock en la Catedral de San Andrés el domingo, 29 de diciembre de 2024.
Cada 25 años, nosotros católicos celebramos un año jubilar especial. Algunos de ustedes recordarán el Jubileo 2000, bajo el Papa Juan Pablo II.
El Papa Francisco decidió que el tema de nuestro jubileo en 2025 será “Peregrinos de la esperanza” y que el jubileo de este año comenzará hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia.
El enfoque de cualquier jubileo es el perdón y la reconciliación, pero al comenzar en la fiesta de la Sagrada Familia, quienes se vieron obligados a huir a Egipto y vivir allí durante un tiempo como refugiados, el Papa Francisco está dejando en claro que un enfoque principal de este jubileo es la situación difícil de los migrantes.
Esta fiesta de la Sagrada Familia habla tanto del lado público como del lado privado de lo que significa ser “Peregrinos de la Esperanza”. En la esfera pública, tenemos la obligación de defender los derechos humanos y por eso brindar asistencia a nuestros inmigrantes, independientemente de cómo hayan llegado aquí: ¡nadie inmigra porque las cosas vayan bien en su país! Y en el ámbito privado estamos llamados a fomentar la santidad, el perdón y la reconciliación en nuestra propia vida y en la de nuestras familias.
Este tema es muy oportuno en muchas partes del mundo, incluso aquí en los Estados Unidos, donde tenemos un sistema de inmigración quebrado y la amenaza de deportaciones masivas de personas que simplemente ejercen su derecho otorgado por Dios de inmigrar cuando las circunstancias lo requieren, un derecho que es intrínseco a la persona humana y, por lo tanto, no deriva del estado.
El Estado puede regular el ejercicio de este derecho para el bien común, pero ningún gobierno tiene la autoridad de privarnos de los derechos que Dios nos da, ni de aplicarlos de manera selectiva o discriminatoria.
Hace 16 años, publiqué una carta pastoral sobre los derechos humanos de los inmigrantes, titulada “Fui Forastero y Ustedes me Recibieron”. Créanme o no, ese documento no está desactualizado porque poco ha cambiado en los últimos 16 años. Esta carta pastoral se puede descargar de nuestro sitio web diocesano y hay copias impresas disponibles en la diócesis.
Recomiendo que, como “peregrinos de la esperanza”, estudien este documento como parte de su observancia de este año jubilar. Verán lo que las Escrituras y la Iglesia dicen sobre este tema importante, un mensaje que en muchos sentidos es lo opuesto a lo que a menudo vemos en las noticias.
Al comenzar este año jubilar en la fiesta de la Sagrada Familia, nuestro enfoque también se dirige a los desafíos que enfrentamos en nuestras familias y a considerar lo que podemos hacer para fortalecer nuestros matrimonios y nuestros vínculos familiares.
En nuestra primera lectura de hoy, tenemos la historia de la concepción, nacimiento y vocación del profeta Samuel. Su madre, Ana, hizo una promesa de que su hijo pertenecería a Dios como nazareo y ella llegó al extremo de confiarlo al profeta Elí desde su más tierna infancia. Ella nos recuerda que nuestros hijos pertenecen a Dios también y que nuestros hogares deben ser lugares donde se cultiven la santidad y el perdón, fomentando las virtudes desde la más tierna infancia.
En nuestra segunda lectura, Juan nos recuerda que somos “hijos de Dios” y nos recuerda que esto puede producir a una cierta cantidad de incomprensión en nuestro trato con la sociedad en general. Dice: “la razón por la que el mundo no nos conoce” — no entiende quiénes somos — “es porque no lo conoció a él”, es decir, a Jesús y todo lo que él representa. Y por eso, también nosotros encontraremos oposición cuando la fidelidad a Jesús requiere que demos voz a verdades impopulares.
Y en nuestro Evangelio vemos al joven Jesús en el Templo discutiendo teología con los maestros mientras sus padres pasan tres días llenos de preocupación, buscándolo. Obviamente, las emociones estaban muy fuertes cuando lo encontraron y apuesto a que les era difícil aceptar su explicación: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
En mi familia eso habría llevado a una oportunidad de ir a confesarse, que es otro de los puntos focales de nuestro año jubilar. Y este año, si visitas como peregrino y reces por las intenciones del Santo Padre en una de nuestras iglesias especialmente designadas para el Jubileo, y luego te confieses y comulgas en cualquier Iglesia obtendrás una indulgencia plenaria.
Esta fiesta de la Sagrada Familia habla tanto del lado público como del lado privado de lo que significa ser “Peregrinos de la Esperanza”. En la esfera pública, tenemos la obligación de defender los derechos humanos y por eso brindar asistencia a nuestros inmigrantes, independientemente de cómo hayan llegado aquí: ¡nadie inmigra porque las cosas vayan bien en su país! Y en el ámbito privado estamos llamados a fomentar la santidad, el perdón y la reconciliación en nuestra propia vida y en la de nuestras familias.