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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: March 8, 2018
Este es el 2º artículo de una serie de diez.
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
En un pasaje muy querido del evangelio de Juan, Jesús usa todo tipo de imágenes de pastoreo para hablar de su propio papel para sus seguidores. Como buen pastor, dice, “Conozco a mis ovejas y las mías me conocen,” y un poco más adelante, “Mis ovejas escuchan mi voz: yo las conozco y ellas me siguen” (10:14, 27). ¿Somos nosotros las ovejas que lo conocemos y reconocemos su voz?
Es innegable que cada momento de nuestro día está lleno de voces, mensajes que compiten unos con otros, y, francamente, ruido. ¿Cómo vamos a distinguir la voz de Dios en el fragor de la vida cotidiana?
Un cuento de nuestro tiempo nos habla de dos hombres que caminaban por las calles de Nueva York. Uno era nativo de la ciudad, y otro de un lugar rural de América. En medio de los cláxones sonando, los frenos chirriando y los gritos de los vendedores ambulantes anunciando su mercancía, el granjero pensó que había oído un grillo.
Y, para consternación del hombre de negocios, el granjero se detuvo y escuchó más cuidadosamente hasta que encontró al grillo escondido bajo una hoja de una planta de la calle. Cuando su compañero de camino se maravilló del buen oído del hombre, el granjero respondió: “Todo depende de a qué estés escuchando.”
La palabra de Dios en las páginas de nuestras biblias nos ayuda a entrenarnos o condicionarnos a escuchar la voz de Dios. En sus historias, hay formas repetidas que emergen de las interacciones de nuestros antepasados en la fe y podríamos empezar a darnos cuenta de algunas de las características de la voz de Dios.
Ahora bien: la mayoría de nosotros no hemos tenido la experiencia del Dios que nos habla directamente. Podríamos encontrar dificultad en relacionarnos con alguien como Moisés, de quien se dice que escuchó la voz de Dios en el encuentro tumultuoso del Monte Sinaí. Podríamos ansiar ese tipo de certeza, pero la mayoría de las veces, el escuchar la voz de Dios es asunto de discernimiento. Dios nos habla al corazón por muchos caminos.
Quizá algunas pistas tomadas de historias y pasajes bíblicos nos puedan a entrenar en cómo escuchar:
Ciertamente ésta no es una lista exhaustiva, pero quizá despierte nuestra curiosidad y nos incite a prestar atención para no perdernos la llamada de Dios. Todo depende de a qué estemos escuchando.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 10 de marzo de 2018. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.