Sitio oficial de la Red de la
Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: February 8, 2018
Este es el primer artículo de una serie de diez.
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
La Biblia es una colección de libros, algunos de los cuales fueron escritos hace 2,700 años, y otros tan “recientemente” como hace 1,950 años. Se produjo en un lugar muy alejado del nuestro y en un tiempo que no tiene nada de parecido a la era moderna. Refleja una cultura que muchos de nosotros encontraríamos totalmente distinta. Sus lenguajes originales ya apenas se hablan en alguna parte del mundo. ¿Por qué, entonces, molestarnos con leer la Biblia en nuestros días?
La Sociedad Bíblica Internacional indica que la totalidad de la Biblia se ha traducido a 550 idiomas modernos, y que el Nuevo Testamento está ahora disponible en 1,300 idiomas. Aparece en las estanterías y está disponible en formato digital en todos los continentes de la tierra. Aparentemente, este libro es más que una colección de antiguos documentos de interés únicamente a algunos coleccionistas. Tiene un significado que atraviesa siglos y culturas, y estratos económicos y géneros y razas.
Con esta serie de artículos exploraremos algunas de las razones principales por las que la Biblia sigue siendo el libro mejor vendido de todos los tiempos, comenzando con la verdad de que, a través de las Escrituras, Dios nos habla y habla con nosotros.
En nuestra tradición de fe Católica, sabemos que los escritores del texto eran autores humanos. Eran líderes tribales que conservaban sus historias familiares e interacciones con Dios, sacerdotes que ayudaban a moldear la vida ritual del pueblo de Dios, profetas y sus seguidores que hablaban con el fuego de la convicción divina, apóstoles que viajaban con Jesús o eran testigos de sus acciones, discípulos que se escribían cartas para mantener la fe que se les había otorgado.
Pero estos autores humanos no se limitaban a moldear relatos y mantener las enseñanzas basándose en sus propias opiniones o preferencias. Estaban inspirados por Dios, lo que quiere decir que el propio aliento de Dios inspiraba su trabajo. La Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación (DV, capítulos 11-12) afirma la plena humanidad de estos autores al mismo tiempo que la autoría divina. Es una asociación que se encarna en la plena revelación de Dios en la persona de Cristo Jesús, que es plenamente humano y plenamente divino.
Podemos estar seguros de que el deseo de Dios es estar en comunión con nosotros, estar en comunicación con nosotros y estar implicado en nuestras vidas. Así que buscamos en la Biblia el testimonio de cómo Dios ha hecho esto a través de todos los tiempos.
Encontramos al matrimonio de ancianos Abraham y Sara incapaces de creer que pudieran tener un hijo, y mucho menos dejar descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo. Y, sin embargo, escucharon la voz de Dios y se pusieron en marcha para establecerse en un nuevo lugar y empezar una vida nueva. Cada vez que sintamos la duda deslizarse dentro de nosotros, podemos regresar a su historia, que comienza en Génesis 12.
Encontramos a Moisés que había huido de Egipto por matar a un capataz que abusaba de un esclavo, y ahora está en su casa como simple pastor. Pero escuchó la voz de Dios que le llamaba a regresar a Egipto y a anunciar la liberación de Dios. Cada vez que vacilamos antes de responder a una tarea difícil, que sentimos que Dios nos está confiando, podemos regresar a Éxodo 3 y 4 y revisitar las múltiples objeciones de Moisés al encargo de Dios y la entrega final a convertirse en el siervo del Señor.
Encontramos a reyes que formaron la nación de Israel con la voz de Dios en sus corazones (los libros 1 y 2 de Samuel y 1 y 2 de Reyes) y profetas que escucharon a Dios y asumieron la ardua tarea de remodelar al pueblo de Dios a través del arrepentimiento y el retorno a Dios.
Encontramos el testimonio de los pastores en Lucas 2 y de los Magos en Mateo 2, que escucharon el mensaje de Dios a través de los ángeles y en la aparición de una estrella; un mensaje que puso sus pies en camino para dar homenaje a un niño nacido en un pesebre.
Encontramos a pescadores y recaudadores de impuestos y a escribas que lo dejaron todo porque escucharon que la voz de Dios los llamaba en las palabras de Jesús. Se quedaron con él, caminaron a su lado, y dieron sus vidas en respuesta a lo que habían testimoniado. A nosotros se nos pide que hagamos lo mismo.
La Biblia importa porque revela al Dios que desea tanto hablar con su pueblo, que da carne a su Palabra en la persona de su Hijo, Jesús.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 10 de febrero de 2018. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.