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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: April 14, 2018
Este es el 3º artículo de una serie de diez.
Por Cackie Upchurch
Directora del Estudio Bíblico de Little Rock
Recientemente escuché una entrevista por radio con un profesor que había sido evangélico, luego lo que él llamaba un “protestante liberal” y finalmente ahora es agnóstico. Es un hombre educado y tomó su fe lo suficientemente en serio como para luchar con las duras realidades, y al final abandonó su fe en Dios.
¿Su razón? Simplemente hay demasiado sufrimiento en el mundo para creer en un Dios que permitiera que eso continuase.
De hecho, hay demasiado sufrimiento en el mundo, pero me pregunto si la comprensión de la Escritura de este hombre le obstaculizó el permitir a la Palabra de Dios hablar plenamente. Indicó que fue criado creyendo que la Biblia es verdad en todos los modos posibles, y que se responde a las oraciones de quienes creen.
Empezó a entrar en conflicto con la razón por la que parece que a algunas personas se les responden las oraciones y a otras, tales como los niños que pasan hambre por todo el mundo, no.
Quizá, como el profesor al que escuché, esperemos que la Biblia sea verdad en todos los modos posibles — histórica, científica y psicológicamente — y cuando encontramos discrepancias o inconsistencias, empezamos a dudar o incluso a abandonar todo, incluyendo al Dios que utilizó la escritura sagrada para revelarse.
Nuestra tradición católica mantiene que los libros de la Escritura “enseñan sólida, fielmente y sin error la verdad que Dios quiso poner en los escritos sagrados por nuestra salvación” ("Dei Verbum," 11).
Es decir, la Biblia enseña la verdad que Dios quiere que conozcamos para nuestra salvación, la verdad encarnada en la persona de Jesucristo que proclamó la plenitud del Reino de Dios.
Aunque hay subrayados históricos a algunas secciones de la Biblia, tales como los libros de los Reyes o los Evangelios, o las cartas de Pablo, la Biblia no fue escrita como historia pura. Ni tampoco se escribió como un libro de ciencias, especialmente considerando que lo que se pensaba que era ciencia en el mundo de la antigüedad, no pasaría la prueba de exactitud en nuestros standards actuales.
La ciencia pregunta el “cómo” ocurrió algo, y la historia hace las preguntas del “cuándo” y “lo que” ocurrió. La Biblia es mucho más un libro que trata de la pregunta “¿por qué”. ¿Por qué ocurrió la creación? ¿Por qué entra Dios en una relación con meros humanos? ¿Por qué son los mandamientos el fundamento de la alianza? ¿Por qué envió Dios a su único Hijo y permitió que muriera? ¿Por qué estamos destinados a la nueva vida prometida en la resurrección?
Cuando pensamos en las preguntas más amplias, las preguntas “por qué,” empezamos así que la verdad necesaria para nuestra salvación no se puede limitar a la simple trasmisión de hechos. Esta verdad va mucho más profundamente. Tiene que ver con la intención amorosa de Dios para con el mundo y todas sus criaturas, la generosidad de Dios encarnada en su Hijo, y el deseo de Dios de que amemos a Dios y al prójimo tanto que empecemos a encarnar la propia generosidad y bondad de Dios en el mundo.
Como cristianos católicos, esperamos encontrarnos a Dios en las palabras de la Biblia, y esperamos crecer más en el amor de Cristo cada vez que permitimos que la Palabra de Dios nos comunique sus sencillas y profundas verdades. Cuando oramos y estudiamos las palabras de la Escritura, hacemos por lo menos dos preguntas fundamentales a Dios: ¿Qué quieres que aprenda en esta lectura? ¿Cómo quieres que cambie?
Y ¿qué nos ha prometido y revelado la Escritura sobre este amor? Aquí hay algunas ideas:
El leer la Biblia es más que un ejercicio intelectual. Es una práctica que nos inspira la expectativa de que la verdad de Dios nos va a transformar para que podamos convertirnos en los instrumentos de la continuación de la obra de Dios en el mundo. Participamos en la construcción del reino de Dios.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 14 de abril de 2018. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.